Los autodenominados sandinistas que se distancian del presidente nicaragüense Daniel Ortega y su brutalidad están en negación. No admiten que Ortega y su Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no se han desviado de los valores y las tácticas de Augusto Sandino (1895-1934).
La violenta megalomanía de Sandino, dadas sus ambiciones internacionales y apocalípticas, era tal vez peor y más peligrosa que la de Ortega. No obstante, la continuidad sandinista se vuelve aparente en la biografía rigurosa y meticulosamente investigada del fallecido líder guerrillero: Augusto “César” Sandino: Messiah of Light and Truth (2002).
Su autor, Marco Navarro-Génie, es un exiliado nicaragüense que se dedica a la investigación académica y a las políticas públicas en Alberta, Canadá. El trabajo de 208 páginas se destaca por su cuidadosa reconstrucción de la evolución intelectual y espiritual de Sandino, aunque el libro también incluye un conciso esbozo de su vida.
Navarro comenta que 25 años han pasado desde que empezó a investigar para la biografía de Sandino. Sin embargo, asegura que “todavía no existe otra biografía equilibrada que explique cuidadosamente las creencias religiosas de Sandino y cómo esas creencias influyeron en su cosmovisión política”.
El libro es imparcial y se enfoca en el propio Sandino. Navarro apenas menciona a Ortega y el FSLN —el movimiento político que lleva el nombre de Sandino y sus herederos— y el lector debe hacer sus propias inferencias.
Sin embargo, los paralelismos están a la vista para todos los observadores de Nicaragua. Están en consonancia con las afirmaciones de Ortega de estar buscando el sueño de Sandino de soberanía y unidad latinoamericana (socialista). Nicaragua demuestra esto en su firme alianza con Cuba y Venezuela, formalizada en ALBA.
La postura antidemocrática, por ejemplo, es una coincidencia patente. Los indígenas misquito de la costa atlántica nicaragüense, particularmente en los años 80, experimentaron en carne propia el poco interés de los sandinistas por la autonomía étnica cuando los papeles se invierten. La historia de los misquitos se conserva en un corto documental de 1984 filmado por el ya fallecido Lee Shapiro: Nicaragua Was Our Home.
La contracara de la condescendencia de los sandinistas hacia la voluntad electoral es su utilización desvergonzada y sádica de violencia para someter a disidentes. A principios de los años 30 eran las extensas ejecuciones públicas por no pagar a los lacayos de Sandino sus pedidos extorsivos. En 2018 fue la matanza de cientos de estudiantes que protestaban en las calles. Tanto entonces como ahora los sandinistas han justificado su opresión con la guerra de clases y de estar protegiendo los intereses del “pueblo”.
Siendo justo, existen diferencias entre Sandino y sus descendientes debido a las épocas distintas y la concentración de poder a su disposición. Sandino, por ejemplo, no consumó el control centralizado de la totalidad del país. Por otro lado, el FSLN derrocó al gobierno en 1979.
Los terroristas del FSLN lograron dar un golpe de Estado con apoyo internacional de los regímenes comunistas en Cuba y la Unión Soviética, entre otros aliados marxistas. Pese a que Sandino ávidamente buscó apoyo extranjero, en especial de México y El Salvador, no se concretó de manera importante. Tuvo dificultades para enfrentar a cualquier fuerza militar, salvo como guerrilla afuera de ciudades importantes.
Además, el movimiento contemporáneo ha desechado en gran parte las extrañas, contradictorias y confusas creencias religiosas de Sandino, tal vez porque chocan con el catolicismo predominante en Nicaragua. Su espiritismo provenía principalmente de la poco conocida Escuela Magnética Espiritual de la Comuna Universal y sus propios delirios de que él era un mesías sobrenatural para la raza mestiza de América Latina.
Los hallazgos del libro de Navarro serán duras verdades para los soñadores que ensalzan a Sandino. El hijo ilegítimo de una sirviente doméstica, Sandino era un desequilibrado etnonacionalista que luchaba con su propio rechazo e identidades cambiantes, un vaivén entre la admiración europea e indígena centroamericana. Se proclamaba un antiimperialista mientras era también un teócrata totalitario cuyo sueño era gobernar toda Latinoamérica.
Sometido Sandino al escrutinio, entonces, las pocas formas en que sus seguidores contemporáneos podrían disentir con su ídolo son mejorías. Sin embargo, estas alteraciones son insignificantes y débiles frente a la tradición dictatorial y violenta, que se mantiene intacta.
Que Sandino continúe siendo tan admirado confirma el dicho de Friedrich Hayek de que los peores llegan a la cima, como tan frecuentemente vemos en los caudillos que aparecen en toda América Latina. En lugar de revivir el legado original de Sandino, los nicaragüenses deberían darse cuenta de que están viviendo precisamente el tipo de sufrimiento que él ocasionó a la gente de su época.
El libro en sí no toma una postura polémica, lo cual es un punto a favor. Es un claro trabajo de historia, pese a que este enfoque lo hace un poco menos atractivo. El estilo académico significa que no es un libro que se lee de un tirón. Sin embargo, la escritura es refinada, clara e intelectualmente enriquecedora, particularmente teniendo en cuenta cómo coloca las creencias religiosas de Sandino en un contexto de tradiciones similares.
Dado que el libro fue publicado hace 16 años, Navarro comparte que ha empezado “trabajos preliminares para actualizarlo”, aunque los cambios serían ampliaciones más que revisiones. Además, “existen rumores creíbles de que un coleccionista privado posee un puñado de documentos de Sandino desconocidos para investigadores, lo cual sería un tesoro escondido para una nueva edición”.
Dichos documentos originales ofrecerían una mejor comprensión de la historia de Sandino y sus pensamientos. Sin embargo, Messiah of Light and Truth ya entrega conocimiento clave que disipa el aura mística de los sandinistas. La ola de represión en 2018 bajo Ortega, que sigue este año, hace tan relevante el gran trabajo de Navarro ahora como lo era cuando se publicó originalmente.